La historia de Job como jamás la escuchaste (Resumen)
En un rincón del vasto desierto de Uz, vivía un hombre justo y devoto llamado Job. Sus días estaban colmados de bendiciones: tenía tierras fértiles, rebaños incontables y una familia numerosa. Su vida era un canto de alabanzas a Dios, pues su corazón estaba limpio de maldad, y sus actos, guiados por la virtud.
Pero en los cielos, en un diálogo misterioso y solemne, Satanás cuestionó la fe de Job ante Dios. "¿Es acaso Job devoto porque es recto, o lo es porque Tú lo has bendecido con abundancia? Quítale todo, y verás cómo te maldice", desafió el adversario. Y así, en un acto que escapa a la comprensión humana, Dios permitió que Satanás probara la fe de su siervo, con la única condición de que su vida no fuera tocada.
En un solo día, el rugido del infortunio se abatió sobre Job como una tormenta oscura. Sus rebaños fueron robados, sus sirvientes asesinados, y lo más doloroso de todo, sus hijos perecieron bajo el derrumbe de su hogar. Ante tal desolación, Job rasgó sus vestiduras, se postró en el suelo y, con una voz quebrada, exclamó: "Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. El Señor dio, y el Señor quitó; bendito sea el nombre del Señor".
Satanás, no satisfecho, pidió permiso para afligir el cuerpo de Job. Y Dios lo concedió. Entonces, llagas dolorosas cubrieron la piel de Job, quien, en medio del polvo y la ceniza, rascaba sus heridas con un pedazo de cerámica rota. Su esposa, incapaz de soportar el sufrimiento, le dijo: "¿Aún mantienes tu integridad? ¡Maldice a Dios y muérete!". Pero Job, firme en su fe, respondió: "¿Recibiremos de Dios el bien, y no el mal?".
Días de sufrimiento y noches interminables siguieron. Tres amigos de Job vinieron a consolarle, pero en lugar de aliviar su dolor, lo cuestionaron. "Has pecado", le dijeron, "pues sólo así se explica tanto castigo". Pero Job, aunque quebrantado, defendió su inocencia. "No he hecho mal", clamó, "pero aún así, ¿por qué he sido arrojado a este abismo de dolor?".
Job, en su angustia, empezó a cuestionar a Dios. "¡Oh, si pudiera presentarme ante Él y discutir mi caso! ¿Por qué permite que el justo sufra mientras el malvado prospera?". Y en su desespero, Job desafió la justicia divina, demandando respuestas.
Entonces, como un trueno desde el torbellino, Dios habló. No respondió directamente a las preguntas de Job, sino que le mostró la vastedad y misterio de Su creación. "¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Dímelo, si tienes inteligencia. ¿Has mandado tú a la mañana en tus días? ¿O has entrado tú en los tesoros de la nieve?". A través de estas preguntas, Dios reveló la pequeñez del entendimiento humano frente al infinito poder y sabiduría divina.
Job, humillado y asombrado, reconoció su error. "He hablado de lo que no entendía, cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no conocía. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza".
Finalmente, Dios restauró la fortuna de Job, dándole el doble de lo que había perdido. Tuvo más hijos, y vivió una larga vida colmada de bendiciones. Pero más allá de sus posesiones, Job ganó un entendimiento profundo de la soberanía de Dios y de la fe que no depende de la prosperidad.
La historia de Job nos enseña que el sufrimiento y la justicia no siempre son claros en este mundo, y que la verdadera fe no se basa en las bendiciones que recibimos, sino en la confianza inquebrantable en Dios, aun cuando las sombras de la duda nos rodean. Nos invita a abrazar el misterio de la existencia con humildad y reverencia, reconociendo que hay un propósito más allá de nuestra comprensión.
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